08 julio 2010

Desesperación femenina y masculina. Kierkegaard (3)


(... Continuación)

"...Desesperar de algo no es, pues, todavía, la verdadera desesperación; es su comienzo, se incuba, como dicen los médicos de una enfermedad. Luego se declara la desesperación: se desespera de uno mismo. Observad a una muchacha desesperada de amor, es decir de la pérdida de su amigo, muerto o esfumado. Esta pérdida no es desesperación declarada, sino que ella desespera de sí misma. Ese yo, del cual se habría librado, que ella habría perdido del modo más delicioso si se hubiese convertido en bien del «otro», ahora hace su pesadumbre, puesto que debe ser su yo sin el «otro». Ese yo que habría sido su tesoro -y por lo demás también, en otro sentido, habría estado desesperado- ahora le resulta un vacío abominable, cuando el «otro» está muerto, o como una repugnancia, puesto que le que recuerda el abandono. Tratad, pues de decirle: «Hija mía, te destruyes», y escucharéis su respuesta: «¡Ay, no! Precisamente mi dolor está en que no puedo conseguirlo».
Desesperar de sí mismo, querer deshacerse del yo, tal es la fórmula de toda desesperación, y la segunda: desesperar por querer ser uno mismo, se reduce a ella… Quien desespera quiere, en su desesperación, ser él mismo. Pero entonces, ¿no quiere desprenderse de su yo? En apariencia, no; pero observando de más de cerca, siempre se encuentra la misma contradicción. Ese yo, que ese desesperado quiere ser, es un yo que no es él (pues querer ser verdaderamente el yo que se es, es lo opuesto mismo de la desesperación); en efecto, lo que desea es separar su yo de su Autor. Pero aquí fracasa, a pesar de que desespera, y no obstante todos los esfuerzos de la desesperación, ese Autor sigue siendo el más fuerte y la obliga a ser el yo que no quiere ser… el hombre desea siempre desprenderse de su yo, del yo que es, para devenir un yo de su propia invención. Ser ese «yo» que quiere, haría todas sus delicias -aunque en otro sentido su caso habría sido también desesperado- pero ese constreñimiento suyo de ser el yo que no desea ser, es su suplicio: no puede desembarazarse de sí mismo. "
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S.Kierkegaard, La enfermedad mortal (Tratado de la desesperación . Libro I. Cap.III). Texto tomado y corregido de: http://www.librodot.com/

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